«La dopamina mesolímbica es la rockstar de la motivación y la novedad»

Ernesto Tarragón Cros es psicólogo y dietista. Tiene a su espalda 10 años de experiencia investigadora y tres estancias posdoctorales en Bélgica, Alemania y España, con líneas que abarcaban el ámbito de las enfermedades neurodegenerativas, la conducta alimentaria y la conducta motivada en el contexto de drogas de abuso. Actualmente ejerce como profesor de un puñado de asignaturas en la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR) entre las que se encuentran Psicofarmacología, Fundamentos Biológicos de la Conducta, Neurociencia Cognitiva y Neurociencia Conductual.

El aprendizaje y la conducta tienen una relación muy estrecha, ¿verdad?

Sí. No podemos hacer nada que no hayamos aprendido. Todas las conductas que una persona realiza, excepto las que son innatas, se tienen que aprender. Son conductas por reforzamiento instrumental, por moldeado. Si no aprendes una serie de patrones o una asociación entre conceptos concretos, la conducta no se da lugar. Puedes intentar hablar un idioma, pero si no lo has aprendido antes, no vas a poder expresar la conducta de habla de idioma concreta. Las conductas son manifestaciones de aprendizaje. 

¿Cómo influyen los reforzadores en el aprendizaje?

El cerebro es un órgano que está encerrado en una caja oscura. Lo único que recibe son inputs sensoriales y su único objetivo es garantizar la supervivencia del organismo que lo sostiene. En un entorno ambiguo, es necesario establecer una jerarquía clara, una priorización y un mapeado para determinar qué estímulos son relevantes y cuales son amenazantes. En este sentido, un reforzador es cualquier estímulo que, cuando se obtiene, aumentan las probabilidades de que la conducta, que se ha realizado para obtenerlo, se repita en el futuro en una situación similar. De esta forma, los reforzadores facilitan el aprendizaje. Son mecanismos que consolidan, fortalecen o hacen de estos aprendizajes un patrón concreto. 

Un reforzador es cualquier estímulo que, cuando se obtiene, aumentan las probabilidades de que la conducta, que se ha realizado para obtenerlo, se repita en el futuro en una situación similar.

Ernesto Tarragón
Y ahí interviene la dopamina mesolímbica…

Es la rockstar de la motivación y la novedad. Tiene un papel fundamental ya que sirve como marcador de relevancia, como marcador de valor de incentivo. De esta forma, cuando nos encontramos ante un estímulo del entorno, va a alejarnos de él si es aversivo o aproximarnos a él si es apetitivo. Imagina que un mamífero primitivo camina por un sendero que ya ha recorrido en muchas ocasiones. Un día se encuentra un fruto nuevo. Su dopamina se va a disparar porque es una novedad. Iniciará una conducta de activación, aproximación y mantenimiento por lo que, en todo este proceso, la dopamina mesolímbica está implicada. Una vez que se obtiene ese reforzador, la dopamina lo marca como importante. Facilita la consolidación de ese aprendizaje. De todas formas y a pesar de su importancia, la dopamina es la gran incomprendida. Espero que las próximas generaciones de psicólogos destierren la idea de que la dopamina es el neurotransmisor del placer o de la recompensa, porque no es exactamente así. La dopamina se dispara ante estímulos relevantes. Marca el valor de la importancia, el valor de incentivo de estímulos ambientales y facilita todo el proceso hasta obtenerlos. Pero una vez que los consigues, la dopamina ya no se dispara. Obviamente todo esto es una simplificación. Ninguna conducta compleja responde a una única cuestión. De hecho, quizá lo más difícil de entender es el baile químico del cerebro. Hablamos de las funciones de la dopamina mesolímbica pero no olvidemos que está regulada por el glutamato y este neurotransmisor, lo está a su vez, por la serotonina. De todas formas, en todo lo que tiene que ver con conducta motivada, tanto en la fase de activación como en la fase de aproximación y direccionalidad, la dopamina mesolímbica es crucial. 

Fuente: Science In The News, Harvard University

La dopamina se dispara ante estímulos relevantes. Marca el valor de la importancia, el valor de incentivo de estímulos ambientales y facilita todo el proceso hasta obtenerlos. Pero una vez que los consigues, la dopamina ya no se dispara. 

Ernesto Tarragón
Entonces, cuando obtenemos reforzadores aprendemos, pero ¿porque nos sentimos bien?

Se podría decir así. Los reforzadores van asociados a una recompensa porque, la obtención del reforzador está asociada una sensación subjetiva, placentera y agradable. No olvidemos que el cerebro es un órgano que tiene como meta maximizar la supervivencia y el bienestar del organismo. Por eso, en ocasiones, se confunde y se utiliza el término reforzador y recompensa como sinónimos cuando en realidad no lo son. La recompensa es la experiencia que genera el cerebro para hacernos conscientes de que ese reforzador tiene valor y que vale la pena esforzarnos para obtenerlo. Es el premio a la energía que gastamos y esfuerzo que aplicamos para y al obtener reforzadores.

Y la dopamina mesolímbica no se dispara cuando obtenemos la recompensa sino cuando el cerebro predice que vamos a obtenerla…

Sí. Existen varios experimentos que lo corroboran. En la última fase del proceso motivacional, denominada consumación, se obtiene el reforzador, pero aquí la dopamina no tiene nada que ver. Se libera cuando creamos asociaciones que predicen la aparición de ese reforzador. Y es que las personas nos movemos en un plano espacial y aprendemos a orientarnos y a movernos en él por claves contextuales y ambientales. Por eso, ser capaz de predecir la aparición de una recompensa gracias a la clave contextual es importante. Te hace ser más eficiente. De esta forma, no tienes que estar siempre alerta y buscando. Puedes estar tranquilo y, en el momento que aparezca el estímulo, salir en su búsqueda. Es en ese momento en el que se dispara la dopamina. Es justo cuando necesitas que el organismo se active, se aproxime y mantenga la conducta hasta obtener este estímulo. 

Fuente: Science In The News, Harvard University
¿Y cómo se pasa de la conducta motivada al hábito?

Cada vez que llevas a cabo una conducta, tienes que invertir una cantidad considerable de energía: repetir ciertos procesos conscientes, secuencias, prestar atención… Por lo que si siempre repites una conducta de la misma forma y obtienes la misma respuesta, el cerebro introduce un sistema que permite realizar dicha conducta sin necesidad de recurso atencional. De esta forma, el proceso es más eficiente. Y así, se transforma en un hábito, es decir, una conducta automatizada que se repite de la misma forma en el mismo contexto. Además, ya no es tan necesario liberar dopamina mesolímbica porque no es un estímulo novedoso y el valor de incentivo es muy bajo, ya que la conducta se repite. Asimismo, tanto la conducta motivada como la progresión hacia el hábito son dos cuestiones muy relacionadas con las adicciones. Precisamente porque se pasa de una a otra. Se produce por dos fenómenos: por la migración dorsal y la hipofrontalidad.

Un hábito es una conducta automatizada que se repite de la misma forma, en el mismo contexto.

Ernesto Tarragón
¿Podrías describir ambos fenómenos?

En la migración dorsal, las neuronas del estriado ventral -uno de los componentes anatómicos fundamentales de la conducta motivada- dejan de ser relevantes para el aprendizaje de secuencias que llevan al individuo hacia el reforzador. Toman el relevo neuronas localizadas en la parte superior, en la parte dorsal, que están más implicadas en la ejecución motora de la conducta. De esta forma, el individuo pasa de un momento en el que se activan las neuronas necesarias para el aprendizaje de toda una secuencia motora a la activación de neuronas que no necesitan prestar atención sobre el aprendizaje porque ya se ha consolidado. De esta forma, las neuronas del estriado ventral pueden estar otra vez activas y disponibles para nuevos aprendizajes, para la obtención de nuevos patrones que lleven al individuo a conductas reforzadas y a nuevas recompensas. Por otro lado, la hipofrontalidad es un proceso por el cual el circuito neural que implica la corteza prefrontal y los ganglios basales deja de ser totalmente funcional. Precisamente una de las funciones que parecer tener el circuito neural de la corteza prefrontal es regular la conducta. De esta forma, inhibe las conductas automáticas y las conductas impulsivas. Y esto se ve comprometido en la adicción. De hecho, son muchas las personas que consideran la adicción como un problema de la motivación, pero se está empezando a ver más como un trastorno de pérdida de control. El consumo compulsivo de drogas de abuso, con un patrón concreto, facilita la automatización de conductas que llevan al consumo de esas drogas. Y a la vez se está perdiendo la capacidad de controlar esas respuestas automáticas. Cuando un individuo se muerde las uñas sin darse cuenta, su corteza prefrontal ayuda a poner freno a esa conducta que se lleva a cabo de forma automática y se realiza de forma compulsiva. 

¿Y cómo se produce la hipofrontalidad?

La hipofrontalidad es una consecuencia producida por el consumo crónico de drogas de abuso. Y la situación empeora cuando se une a la automatización de la conducta y a la formación de un hábito en base a todos aquellos patrones y comportamientos que tienen como objetivo consumir. El individuo tiene un patrón automático que surge por estímulos disparadores y no funciona la voz responsable de la corteza prefrontal. 

Y en esa compulsividad y la impulsividad otra vez la dopamina juega un papel fundamental…

Sí porque la impulsividad y la compulsividad tienen un componente motor. Y no olvidemos que una de las funciones de la dopamina es la regulación motora. Tiene mucho que ver, aunque en esta cuestión no tanto la dopamina mesolímbica si no la dopamina mesocortical. Y es que lo que se sabe es que la hipofrontalidad provoca una desensibilización, es decir, una regulación a la baja de los receptores dopaminérgicos tipo 1 y una sensibilización de los receptores dopaminérgicos tipo 2 en el núcleo accumbens y en el estriado ventral, que es precisamente la parte que está activa durante el reforzamiento. Entonces, cuando consumes mucha droga, tienes el mecanismo de refuerzo muy activado, es decir, sensibilizado, por lo que cada vez va a fortalecerse más. Sin embargo, a la vez estás provocando que la dopamina de la corteza prefrontal no regula la inhibición de la conducta.

Por matizar, compulsión e impulsividad no es lo mismo, ¿verdad?

No. La compulsión es la dificultad que tiene un organismo para detener una conducta ya iniciada. Y la impulsividad es la dificultad para retrasar una respuesta. No es responder más rápido. 

La compulsión es la dificultad que tiene un organismo para detener una conducta ya iniciada. Y la impulsividad es la dificultad para retrasar una respuesta.

Ernesto Tarragón
De hecho, cuentas muchas veces que las personas que tienen mayor índice de impulsividad no es porque respondan más rápido, sino porque valoran lo inmediato como más apetecible…

Sí. Se han hecho una serie de experimentos que demuestran que las personas que puntúan alto en impulsividad frente a sujetos control, no difieren en el tiempo de reacción de las respuestas. Es básicamente el mismo para ambas poblaciones. Lo que sí que se observa es que las personas con un mayor índice de impulsividad valoran como mucho más relevante y recompensante lo que va a obtener en el momento actual frente a lo que conseguiría si esperase o si frenase su conducta. La impulsividad es una mala decisión en cuanto a términos temporales del valor del incentivo. Es algo que se ve mucho en personas que tienen problemas con el abuso de sustancias. Y por eso es tan difícil controlar la conducta porque para ellos tiene muchísimo más valor el presente.

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